“Cómo besar a los sapos correctos”
- Sebastián Campanario
- Oct 7
- 5 min read
Sebastián Campanario
Exploraciones sobre lo próximo
“Jerry (Before) Seinfeld” es un especial-documental disponible en Netflix desde 2017, en el que se cuentan los inicios y la trayectoria del protagonista de la sitcom más exitosa de todos los tiempos. Allí se lo ve a Seinfeld con algunas de sus rutinas de stand up, revelando secretos de su proceso creativo y recordando su muy feliz (pero duro) debut en The Comedy Strip, un legendario club de la Segunda Avenida de Nueva York. “Vivía en un departamento de 4,5 metros cuadrados, y tenía miedo de pintarlo porque se iba a volver más pequeño. No nos pagaban por nuestra rutina, nos daban una hamburguesa al mediodía y otra a la noche. Éramos como focas: nos tiraban comida, salíamos al escenario, contábamos nuestros chistes y nos íbamos. Alguna vez hasta recibí vasos por la cabeza de público enojado”, rememora el actor.
Una década más tarde, “Seinfeld” debutó con la primera de las nueve temporadas de lo que fue la serie más rentable de la historia, con más de 3.000 millones de dólares recaudados desde el final de la sitcom (en 1998) en licencias de reproducción en todo el mundo. El éxito fulminante contrasta con el inicio del proyecto de TV, en 1989, que fue tan duro y descorazonador como las primeras apariciones del cómico en The Strip Club. Para el académico y autor de best sellers Adam Grant, constituye, por varios motivos, un caso paradigmático de “falso negativo” en la dinámica de detección de ideas ganadoras. Cuando llegó la iniciativa a la NBC, ningún ejecutivo sabía qué hacer con esos guiones, considerados “demasiados neoyorquinos” o “demasiado judíos” para atraer a una audiencia masiva.
“La industria del entretenimiento está llena de ‘falsos negativos’, cuenta Grant en su libro, ‘Originals’ (está en castellano, "Los Originales", y se consigue), “hubo decenas de rechazos iniciales para proyectos como Star Wars, E.T., Pulp Fiction, Las Crónicas de Narnia o Harry Potter. Enfrentados a la incertidumbre, nuestro primer instinto es siempre rechazar lo novedoso. Cuando se evalúa una idea nueva, para mitigar riesgos, se la compara con ideas exitosas del pasado. Por ejemplo, los ejecutivos editoriales que rechazaron Harry Potter consideraban que era demasiado extenso para un libro para chicos”. Esto deja a las disrupciones verdaderas en desventaja en la línea de largada, y refuerza el efecto statu quo.
En el ámbito de la economía académica se produce el mismo fenómeno. En un estudio publicado años atrás por el Journal of Economics Perspectives (que luego se convirtió en un libro corto), los profesores Joshua Gans y George Shepherd se pusieron a indagar en rechazos sufridos por estrellas de la economía en sus años de juventud, cuando no eran tan conocidos, y se toparon con varias sorpresas. El trabajo que introdujo los modelos de equilibrio general como herramientas analíticas, “Proteccionismo y Salarios reales”, escrito hace 66 años por Paul Samuelson y Wolfgang Stopler, fue rechazado en su momento por el American Economic Review por ser una “curiosidad teórica”.
“Cuanto más innovador e interesante es el paper, más probabilidades de que sea rechazado”, opinó la economista Graciela Chichilnisky en el trabajo de Gans y Shepherd. Los autores recuerdan en un apartado del libro que hubo pocos referís más despiadados para rebotar contribuciones ajenas que John Maynard Keynes, el padre de la economía moderna. Keynes editaba el Economic Journal, que en la primera mitad del siglo XX era la publicación especializada más prestigiosa en esta disciplina. Muchos economistas que luego fueron célebres guardaron cartas de rechazo firmadas por Keynes. Uno de ellos fue Bertil Ohlin, que en 1923 envió un artículo que contenía la idea original por la que décadas más tarde ganaría el Nobel, y a vuelta de correo recibió una nota lacónica: “Esto equivale a nada y debe ser rechazado. J.M.K”. Vale la pena ver en Netflix el documental Jerry (Before) Seinfeld, con muchas pistas sobre el proceso creativo del cómico neoyorquino.
¿Cómo evitar falsos negativos en el campo de los negocios? En buena medida, siendo conscientes de los sesgos cognitivos (individuales y grupales) que operan para impedir el avance de ideas disruptivas, con una actitud de escucha permanente, y cambiando incentivos en un grupo, para que de verdad se valore la honestidad y la originalidad de las ideas propuestas. Más fácil de decir que de hacer, obviamente.
En el libro de Grant aparecen varias pistas para mejorar el filtro, o los anteojos, con los cuales se leen y avalúan las ocurrencias que surgen en una compañía. Uno de ellos surge de un trabajo del psicólogo Dean Simonton, un estudioso de los procesos creativos que sostiene que la innovación es un “juego de números”. Los escritores, pintores o emprendedores que son mundialmente recordados por su genialidad tienden a ser además personas tremendamente prolíficas, con infinidad de fracasos e intentos fallidos en su haber. “Hay que besar muchos sapos antes de encontrar al príncipe”, dice Grant. Una escena de “Jerry Before Seinfeld” muestra una vista desde arriba, del cómico sentado en el medio de una calle, con toda la superficie del asfalto tapizada por miles de hojas que guarda en carpetas y cajas: toda su producción creativa de chistes desde su juventud, que lo muestran como un obsesivo del trabajo.
La semana pasada me enteré de una buena historia para ilustrar esto de "besar los sapos correctos". El Grupo Bee Gees no tuvo el icónico "falsete" de Barry Gibs de entrada, sino a partir de principos de los 70. Durante la grabación del disco Main Course (1975), producido por Arif Mardin en Miami, Gibs, jugando en el estudio, utilizó un falsete agudo para adornar algunas frases en la canción “Nights on Broadway”. El productor lo escuchó, quedó fascinado y lo animó a desarrollarlo más. Ex post parece una jugada cantada, ex ante era una apuesta súper riesgosa.
Predecir el éxito de un libro, una película o de un estudio económico puede ser enormemente elusivo, según explica el físico matemático Leonard Mlodinow en su genial libro “El Andar del Borracho”. Mlodinow asegura que en este tipo de sistemas complejos, el azar juega un rol más importante del que pensamos; y la supuesta pericia de expertos está sobrevalorada. El ejemplo favorito de “falso negativo” de Mlodinow es el del super-exitoso autor John Grisham, quien peregrinó por 26 editoriales que descartaron su ópera prima, “Tiempo para matar”, con todo tipo de argumentos, desde los más amables hasta los más crueles y humillantes. Grisham, que en 1989 era un joven abogado del sur de los Estados Unidos, no se descorazonó, y consiguió que Wynwood Press aceptara pagarle 5.000 dólares por los derechos del libro que fue el primero de una larga lista de best sellers. Al día de hoy, lleva vendidos más de 300 millones de unidades. Pero antes tuvo que besar 26 sapos que no se convirtieron en príncipes.
El sesgo de exceso de autoconfianza (de ego alto) es otra fuerza poderosa que nubla los ojos a la hora de avaluar ideas nuevas y muy distintas a lo anterior. Este es uno de los errores más estudiados y demostrados en economía del comportamiento, la disciplina que combina psicología y economía. En el estudio sobre los estudios académicos, el exceso de confianza llevó a árbitros de journals a rechazar ideas disruptivas por estar convencidos de que si éstas fueran lo suficientemente buenas ya se les hubieran ocurrido a ellos, o a otras personas reconocidas.
Un 94% de los profesores universitarios consideran que hacen un trabajo mejor que el promedio de sus colegas, más del 85% de las personas creen que conducen vehículos mejor que la media y nueve de cada diez están convencidos de que tienen mejor sentido del humor (y son más graciosos) que el promedio del resto. En “Jerry (Before) Seinfeld”, el cómico cuenta que Nueva York es una ciudad muy buena para foguearse en stand up, porque todo el mundo piensa que es gracioso. “Sé que me miran a mí y piensan: Yo podría hacer eso. Ahora no tengo tiempo y trabajo mucho, pero si quisiera, definitivamente podría hacerlo”.




